![](//photos1.blogger.com/x/blogger/8063/3390/320/96197/risa%20chica.jpg)
Algunas personas me dicen que les recuerdo a Sandra Bullock, yo me río y respondo que seguramente es porque: 1.- Soy muy cursi y estoy segura de que el universo conspira para que el amor verdadero pueda triunfar, como en sus películas; o 2.- Me ocurren accidentes muy chistosos en los momentos más inoportunos, como a sus personajes jajaja. Sí, pasa en la vida real, cualquier semejanza con el cine es mera coincidencia:
Escenario 1: Salón WTC México un Domingo por la mañana. Llego emocionada a una conferencia a la que moría de ganas de asistir, hay muchísima gente, supongo que unas 700 personas, el salón está casi lleno ya. Yo voy sola y hay oportunidad de poder sentarme adelante en alguna silla disponible pero ah no!, mi pánico escénico me impide cruzar por ese largo pasillo hasta el frente del salón y decido quedarme en la última silla del lado derecho de la penúltima fila, allá donde se escucha menos pero se puede llegar pasando desapercibido. Cuando me dispongo a sentarme lo descubro con la mirada, está parado en el pasillo, a unos metros de mí y sonríe. Su sonrisa lo ilumina todo, el corazón se me paraliza por un segundo e inmediatamente después comienza a latir a un ritmo desconocido hasta ahora para mí, tan armónico, es un momento mágico. Sin perderlo de vista doy un paso hacia atrás y toco con la mano derecha el respaldo de la silla, él sigue sonriendo sin mirarme y yo ansío que se dé cuenta de mi presencia…
Corte a: Sin voltear hacia la silla me siento y como el asiento de la silla está despegado de la base me sumo quedándome atorada por un momento que se me hace eterno!, no me ve… qué suerte!
Mismo escenario casi 6 horas después: La conferencia termina y yo estoy en un estado de mucha paz y felicidad. Lo busco con la mirada, lo encuentro en el lado contrario del salón, hasta adelante cerca de unos amigos, “perfecto” pienso y comienzo a caminar por el pasillo del salón mirando esa maravillosa sonrisa, el pánico escénico ya no existe. Mientras camino pienso en lo que le diré, me pregunto si será mexicano, si talvez mis amigos lo conocen y me lo presentan, camino tan segura y tan decidida (como en los comerciales de shampoo en donde la modelo va caminando por la calle, el pelo le brilla y se mueve con el aire a cada paso que da, todos la admiran y ella sonríe…)
Corte a: A la mitad del salón se me atora el tenis con un pedazo de alfombra levantado, bajo la mirada y logro detenerme de una silla que está frente a mí, no me caigo pero cuando levanto de nuevo la mirada él ya no está, no vuelvo a encontrarlo y me voy.Escenario 2: Mi oficina un Lunes por la tarde, meses después. Trabajo en mi escritorio como de costumbre y mi jefe me pide que le imprima unos documentos. Sale de mi oficina y se dirige al área de Marketing sin tomar las hojas de la impresora. Me doy cuenta, las agarro y salgo tras él, a mi paso por el pasillo veo a 2 personas desconocidas, continúo caminando y me doy cuenta de que una de esas 2 personas es el chico de la conferencia, sí, el de la sonrisa inolvidable… el corazón se me vuelve a paralizar por un segundo, igual que la primera vez, respiro profundo tratando de disimular la impresión y continúo mi camino para entregar los documentos. Regreso rápidamente a mi escritorio pensando en un pretexto para volver a pasar por ahí antes de que se vaya… ya está! “voy a llenar mi botella de agua a la cocina y de regreso subo por la escalera principal, por donde él va a bajar para que
casualmente me lo presenten”, es un plan perfecto, me llevará solo unos minutos y él ya se está despidiendo. Llego a la cocina, emocionada, pensando en la suerte de que el destino lo haya llevado a mi oficina, el universo sin duda conspira, es mi oportunidad, bla, bla, bla…
Corte a: Levanto el garrafón de agua, se me resbala y me lo vacío encima, trato de enderezarlo, sigo tirando agua por toda la cocina y después de unos segundos logro ponerlo de nuevo en su lugar (con varios litros menos). Salgo a pedir ayuda al chavo de seguridad de la oficina para poder limpiar el tiradero y lo veo bajando la escalera rumbo a la salida, se detiene un momento en la sala de juntas y corro a secar el agua del piso de la cocina. Regreso rápidamente a la puerta de salida y lo veo salir y subirse en un coche, demonios!.
Después de hacer algunas preguntas logro saber su nombre y que es probable que regrese el Jueves a mi oficina y pienso “la tercera es la vencida”, solo hay que esperar un poco…
Escenario 3: Mi oficina de nuevo, 2 días después, Miércoles por la tarde. Ese día me arreglo especialmente para una junta muy importante, generalmente uso tenis por comodidad pero ese día me pongo unos zapatos nuevos sin tacón. Un par de veces durante la mañana noto que me resbalo fácilmente en el piso de barro de la oficina con los zapatos nuevos pero no le doy mayor importancia. A la hora de la comida recuerdo que es Miércoles y que al otro día el chico de la sonrisa regresará. Me dirijo al área de Marketing a comer con mis compañeras y camino lentamente, muy sonriente, pensando en que con esa naturalidad debo caminar al otro día, cuando lo vea, practico muy segura…
Corte a: Sonrío, doy un paso y el pie derecho se me resbala, me detengo de la pared mientras la pierna derecha se me dobla y siento un tirón espantoso en el músculo del muslo. Doy 2 pasos y logro sentarme pero el dolor es insoportable, mi hermana llama a mi mamá, ella llega 20 minutos después, me inyecta y me lleva a su casa. Recomendación médica: Reposo e inyecciones de Voltaren por varios días.
Por suerte él no va el Jueves a mi oficina, no me entero del motivo pero pienso que es lo mejor ya que está super chafa que me conozca con la pierna lastimada y sin poder caminar bien.
No sé si volveré a verlo algún día, ojalá que sí, ya estoy lista con casco y rodilleras, por si las dudas… jajaja.
Universo conspira!!!