Este fin de semana ha sido sin duda muy importante para mí en cuanto a aprendizaje se refiere, en poco tiempo y sin proponérmelo logré entender algo que había estado leyendo en muchos libros y discutiendo con mi familia y amigos pero que tenía que vivirlo para poder terminar de entenderlo... la importancia de CREER.
El poder de la mente es algo que me asombra en verdad y siempre me ha interesado leer sobre ello pero pocas veces había tenido ejemplos tan claros de como lo que creemos hace que las cosas sucedan, la energía que ponemos en los pensamientos es más importante de lo que suponemos.
Yo solía ser muy pesimista y veía todo negro ya por inercia, me había etiquetado con "no puedo" en muchas situaciones y así transcurrían mis días, sin novedad. Si algo malo me pasaba yo pensaba "obvio", si algo bueno me pasaba pensaba "debe haber un error" jajaja, ¿suena familiar?, es horrible ¿no?. Hace unos meses tuve un día muy malo, de esos que despiertas y no entiendes nada, te sientes mal, de malas y crees que el universo conspira en tu contra. Era Sábado, me levanté de la cama muy tarde, hacía un frío horrible pero me tuve que salir a la calle porque tenía que ir a pagar una tarjeta a Perisur. Todo el camino a Perisur iba pensando que algo malo iba a pasar, estaba entre triste, enojada, confundida y el pensamiento fatalista continuaba rondando. Llegué a Perisur y me puse el ipod para que nadie me hablara bajo ninguna circunstancia (solo la cajera de Palacio de Hierro cuando pagara, obvio), pagué y decidí buscar en Mix Up la primera temporada de Grey's Anatomy, caminé hacia la tienda y mientras escuchaba música pensaba que era el día más horrible del mundo y que nada bueno podría pasar, llegué a buscar el dvd y sí, efectivamente la que me atendió me trató muy mal, tal como yo lo imaginaba... La cosa no paró ahí, antes de irme vi que en Zara Home había ofertas y entré para ver si tenían un portaretratos muy lindo de metal que había visto en otra ocasión, seguía enojada y deprimida, me acerqué a la repisa donde estaban los portaretratos y mientras veía el precio del que me gustó una chica se acercó y tomó uno que estaba junto, lo regresó a su lugar y esto provocó que el último portaretratos de la fila del que yo estaba viendo se cayera hacia adelante generando una reacción en cadena de 6 portaretratos que terminó con la esquina de uno enterrada en mi cara, el metal me abrió una herida arriba de la boca que no era tan grande como aparatosa, salía sangre, mucha sangre y yo pensé "claro, esto tenía que pasarme a mí". Estoy segura de que lo que creemos es energía y si nos la pasamos pensando en cosas fatalistas pues es muy probable que estas cosas sucedan. No es mala suerte, nosotros jalamos las cosas con nuestros pensamientos.
¿Cuántas veces nos han dicho que creamos que cosas buenas nos van a pasar o que vamos a lograr algo y nos hacemos como que sí creemos pero un pensamiento negativo dentro de nosotros nos sabotea y hace que no lo creamos realmente? No vale hacer como que creemos o pensar "ojalá logre tal cosa", ese "ojalá" ya nos programó a no lograrlo. Yo no creía del todo esto que hoy escribo pero el Domingo tuve la oportunidad de vivirlo y aquí lo resumo:
Paco, uno de mis mejores amigos, hermano del alma, se inscribió en la carrera Nike 10K, yo no lo sabía, me enteré cuando mi hermana, Jimena, me dijo que ella también ya se había inscrito y que quería que yo también me inscribiera. Mi primera reacción fué pensar que estaban rematadamente locos pero cuando mi hermana me mandó el link donde podía inscribirme lo hice sin pensarlo mucho, "no voy a correr ni 1 km pero voy a acompañarlos" pensé. El Sábado fuimos a recoger las camisetas y el chip, de ahí me fuí a comer con Paco y estuvimos comentando sobre la carrera, yo todo el tiempo me la pasé diciendo que me iba a salir pronto, que los veía en la meta, el pesimismo en pleno. En la noche, en casa de mi mamá, Jime y yo sacamos las camisetas y en la parte de atrás traían un espacio para escribir algo, arriba decía "Cuando llegue a la meta voy a..." y cada quien ponía algo, yo escribí "Internarme en un hospital... jajaja Lo lograré? Ojalá!!!", y antes de irme a dormir le dije a mi mamá que me iba a llevar el celular para llamarla cuando tirara la toalla.
Al otro día me desperté a las 6:00 am, me metí a bañar, me puse mis pants y me fuí con Jimena a la salida de los que traíamos el brazalete blanco, el de hacer la carrera en más de 60 minutos. Había muchísima gente, muchos se veían muy deportistas y me empezó a entrar el miedo de sentirme mal ya en la carrera, o que me dieran ganas de ir al baño, o tropezarme... PESIMISMOOOO!!!
Paco llegó justo antes de que nuestro grupo comenzara a correr y nos lanzamos a la aventura, los primeros 3 kilómetros me la pasé entre trotando y caminando rápido y quejándome porque necesitaba encontrar un baño, incluso le dije a Paco que en el kilómetro 3 me iba a salir, pasando el área donde daban agua Paco siguió corriendo y yo bajé la velocidad un poco pero no me salí, iba pensando en donde me convendría salirme para que fuera más fácil llegar al ángel, cuando me di cuenta ya estaba en el kilómetro 4 y no estaba cansada, seguí y me encontré con mi hermana, corrimos juntas un rato. Detrás de nosotras venía corriendo un señor de unos 60 años que gritaba "vamos, si pueden, no paren, aunque sea cortito pero sigan", escucharlo nos motivaba mucho y poco a poco mis pensamientos cambiaron y me descubrí pensando "sí puedo, la voy a terminar y voy a ver a Paco y a Jime en la meta", lo creí realmente y corrí 10 kilómetros, yo, Gisa, la que se la pasa sentada en un escritorio muchas horas al día y no logra llegar al gimnasio, la que pensaba siempre "yo no puedo", yo, lo logré! De verdad en el momento en que dejé de pensar que no podría hacerlo comencé a tener más energía y seguridad en que lo lograría y así fue, llegué a la meta en 1 hora 18 minutos y 29 segundos y la sensación de felicidad cuando crucé ese marco amarillo fue increíble. No se trataba de ganar un premio, ni de demostrarle algo a alguien, no había nadie esperándome ahí, llegué sola y solo me demostré a mí misma que puedo lograr lo que yo quiera, gané seguridad en mí misma, el mejor premio. Mi único enemigo era el pesimismo y esos pensamientos negativos que me estaban estorbando, ya me deshice de ese equipaje, pesado por cierto...
Ese Domingo fue un gran día, talvez para muchos esa carrera podría ser algo no tan importante, pero para mí fue una gran experiencia interna y compartirla con 2 de las personas más importantes en mi vida fue muy chingón. Solo se trata de CREER, de verdad.
El poder de la mente es algo que me asombra en verdad y siempre me ha interesado leer sobre ello pero pocas veces había tenido ejemplos tan claros de como lo que creemos hace que las cosas sucedan, la energía que ponemos en los pensamientos es más importante de lo que suponemos.
Yo solía ser muy pesimista y veía todo negro ya por inercia, me había etiquetado con "no puedo" en muchas situaciones y así transcurrían mis días, sin novedad. Si algo malo me pasaba yo pensaba "obvio", si algo bueno me pasaba pensaba "debe haber un error" jajaja, ¿suena familiar?, es horrible ¿no?. Hace unos meses tuve un día muy malo, de esos que despiertas y no entiendes nada, te sientes mal, de malas y crees que el universo conspira en tu contra. Era Sábado, me levanté de la cama muy tarde, hacía un frío horrible pero me tuve que salir a la calle porque tenía que ir a pagar una tarjeta a Perisur. Todo el camino a Perisur iba pensando que algo malo iba a pasar, estaba entre triste, enojada, confundida y el pensamiento fatalista continuaba rondando. Llegué a Perisur y me puse el ipod para que nadie me hablara bajo ninguna circunstancia (solo la cajera de Palacio de Hierro cuando pagara, obvio), pagué y decidí buscar en Mix Up la primera temporada de Grey's Anatomy, caminé hacia la tienda y mientras escuchaba música pensaba que era el día más horrible del mundo y que nada bueno podría pasar, llegué a buscar el dvd y sí, efectivamente la que me atendió me trató muy mal, tal como yo lo imaginaba... La cosa no paró ahí, antes de irme vi que en Zara Home había ofertas y entré para ver si tenían un portaretratos muy lindo de metal que había visto en otra ocasión, seguía enojada y deprimida, me acerqué a la repisa donde estaban los portaretratos y mientras veía el precio del que me gustó una chica se acercó y tomó uno que estaba junto, lo regresó a su lugar y esto provocó que el último portaretratos de la fila del que yo estaba viendo se cayera hacia adelante generando una reacción en cadena de 6 portaretratos que terminó con la esquina de uno enterrada en mi cara, el metal me abrió una herida arriba de la boca que no era tan grande como aparatosa, salía sangre, mucha sangre y yo pensé "claro, esto tenía que pasarme a mí". Estoy segura de que lo que creemos es energía y si nos la pasamos pensando en cosas fatalistas pues es muy probable que estas cosas sucedan. No es mala suerte, nosotros jalamos las cosas con nuestros pensamientos.
¿Cuántas veces nos han dicho que creamos que cosas buenas nos van a pasar o que vamos a lograr algo y nos hacemos como que sí creemos pero un pensamiento negativo dentro de nosotros nos sabotea y hace que no lo creamos realmente? No vale hacer como que creemos o pensar "ojalá logre tal cosa", ese "ojalá" ya nos programó a no lograrlo. Yo no creía del todo esto que hoy escribo pero el Domingo tuve la oportunidad de vivirlo y aquí lo resumo:
Paco, uno de mis mejores amigos, hermano del alma, se inscribió en la carrera Nike 10K, yo no lo sabía, me enteré cuando mi hermana, Jimena, me dijo que ella también ya se había inscrito y que quería que yo también me inscribiera. Mi primera reacción fué pensar que estaban rematadamente locos pero cuando mi hermana me mandó el link donde podía inscribirme lo hice sin pensarlo mucho, "no voy a correr ni 1 km pero voy a acompañarlos" pensé. El Sábado fuimos a recoger las camisetas y el chip, de ahí me fuí a comer con Paco y estuvimos comentando sobre la carrera, yo todo el tiempo me la pasé diciendo que me iba a salir pronto, que los veía en la meta, el pesimismo en pleno. En la noche, en casa de mi mamá, Jime y yo sacamos las camisetas y en la parte de atrás traían un espacio para escribir algo, arriba decía "Cuando llegue a la meta voy a..." y cada quien ponía algo, yo escribí "Internarme en un hospital... jajaja Lo lograré? Ojalá!!!", y antes de irme a dormir le dije a mi mamá que me iba a llevar el celular para llamarla cuando tirara la toalla.
Al otro día me desperté a las 6:00 am, me metí a bañar, me puse mis pants y me fuí con Jimena a la salida de los que traíamos el brazalete blanco, el de hacer la carrera en más de 60 minutos. Había muchísima gente, muchos se veían muy deportistas y me empezó a entrar el miedo de sentirme mal ya en la carrera, o que me dieran ganas de ir al baño, o tropezarme... PESIMISMOOOO!!!
Paco llegó justo antes de que nuestro grupo comenzara a correr y nos lanzamos a la aventura, los primeros 3 kilómetros me la pasé entre trotando y caminando rápido y quejándome porque necesitaba encontrar un baño, incluso le dije a Paco que en el kilómetro 3 me iba a salir, pasando el área donde daban agua Paco siguió corriendo y yo bajé la velocidad un poco pero no me salí, iba pensando en donde me convendría salirme para que fuera más fácil llegar al ángel, cuando me di cuenta ya estaba en el kilómetro 4 y no estaba cansada, seguí y me encontré con mi hermana, corrimos juntas un rato. Detrás de nosotras venía corriendo un señor de unos 60 años que gritaba "vamos, si pueden, no paren, aunque sea cortito pero sigan", escucharlo nos motivaba mucho y poco a poco mis pensamientos cambiaron y me descubrí pensando "sí puedo, la voy a terminar y voy a ver a Paco y a Jime en la meta", lo creí realmente y corrí 10 kilómetros, yo, Gisa, la que se la pasa sentada en un escritorio muchas horas al día y no logra llegar al gimnasio, la que pensaba siempre "yo no puedo", yo, lo logré! De verdad en el momento en que dejé de pensar que no podría hacerlo comencé a tener más energía y seguridad en que lo lograría y así fue, llegué a la meta en 1 hora 18 minutos y 29 segundos y la sensación de felicidad cuando crucé ese marco amarillo fue increíble. No se trataba de ganar un premio, ni de demostrarle algo a alguien, no había nadie esperándome ahí, llegué sola y solo me demostré a mí misma que puedo lograr lo que yo quiera, gané seguridad en mí misma, el mejor premio. Mi único enemigo era el pesimismo y esos pensamientos negativos que me estaban estorbando, ya me deshice de ese equipaje, pesado por cierto...
Ese Domingo fue un gran día, talvez para muchos esa carrera podría ser algo no tan importante, pero para mí fue una gran experiencia interna y compartirla con 2 de las personas más importantes en mi vida fue muy chingón. Solo se trata de CREER, de verdad.