A diferencia de las anteriores giras me tocó un asiento lejos del resto de mis compañeros, el 6A, primera fila de la clase turista, ventana, por suerte. Me entregaron las compras del duty free (con maleta de regalo, yes!), las guardé arriba de mi asiento y me acomodé en mi lugar preguntándome qué tipo de persona me tocaría sentada junto las siguientes 4 horas... "Por favor, que no sea alguien que ronque, ni que hable mucho" pensé algo malhumorada y el avión siguió abordándose sin noticias del dueño o dueña del 6B. En el asiento 6C se sentó un señor muy trajeado, con un libro grande en mano y muy serio, el avión terminó de abordarse y el asiento 6B quedó vacío lo cual me pareció una gran noticia. Las pantallas bajaron y comenzó el video de medidas de seguridad del avión, cerré lo ojos esperando lograr conciliar el sueño antes del despegue (me aterran los despegues y los aterrizajes... mucho más las turbulencias... en resumen, volar no es lo mío), pero no logré dormirme.
Me asomé por la ventana y todo debajo se veía cada vez más pequeño, sonó la voz del piloto "10,000 pies de altura", no le dí importancia, yo solo pensaba en el momento en que escucharía la maravillosa frase "a partir de este momento pueden utilizarse computadoras y reproductores de música..." (o como digan, el chiste es que ya podría prender mi ipod que tan esmeradamente mi hermana llenó horas antes con mis canciones favoritas), saqué el ipod de mi bolsa, hice una lista de unas 10 canciones "para dormirme" y cerré los ojos ahora sí esperanzada de caer en un sueño profundo y reparador... no sucedió. Ni Jason Mraz, ni The Fray y mucho menos Scissor Sisters lograron arrullarme y así estuve haciéndome wey durante hora y cuarto hasta que llegó el desayuno. "¿Huevo o Chilaquiles?" que decisión... maldita dieta... ok Chilaquiles!, me los comí con culpa y en automático y me dije "sí, era lo que necesitaba, comer, llevo días comiendo muy mal, seguro después de comer algo lograré dormirme". Recogieron la bandeja con el muffin que mi fuerza de voluntad logró ignorar, tomé una almohada, puse una de Sarah McLachlan lenta, muy lenta y cerré los ojos, escuché que las pantallas bajaban y la voz del hombre elegante del 6C (durante el desayuno pude ver de reojo que leía un libro en inglés sobre ortopedia y nunca estuve segura de si era mexicano o extranjero pero en este momento hablaba español y me pareció que se dirigía a mí), no hice caso y seguí con mis fallidos intentos de dormir, la voz volvió a escucharse y abrí los ojos, el hombre me miraba y preguntaba amablemente si iba a ver la película acercándome unos audífonos, "No sé si ya la vi" respondí como entre sueños, sonrió y agregó "The devil wears Prada, deberías verla" (pensé "¿qué no ve que estoy tratando de dormir?" pero tomé los audífonos y me los puse, "si está aburrida pues me duermo, total mi mamá y mi hermana quieren verla y luego la veo con ellas"), la película comenzó...
Durante las siguientes casi 2 horas de película no me dormí, la vi entera y me hizo pensar bastante (agradezco al señor la amable sugerencia de verla, las cosas pasan por algo, siempre). Todo el tiempo está uno tratando de pertenecer a un grupo de personas, a un ambiente, de parecerse a alguien o encajar en un molde "aceptado" y terminas olvidándote de ti, de tu escencia, de tus sueños. Puedes tener el mejor trabajo del mundo, que ames y te encante hacerlo y además te paguen por hacerlo pero si no enriqueces tu vida con lo verdaderamente importante, con lo interno, con amor, con lo que te hace vibrar... lo demás pierde importancia. No puedes sustituir la vida con 4 o 5 horas más en un escritorio, la vida no transcurre en unos cuantos metros sin ventana y una computadora. Lo que haces no puede definir quien eres, solo es un rol, no lo es todo. Evadirse no sirve de nada, hay cosas que no pueden sustituirse y el intentar hacerlo hace daño. ¿No debería ser nuestro proyecto más importante ser felices?, ¿porqué llegamos al punto de olvidarnos de nosotros mismos y actuar en automático?, ¿vale la pena sacrificar lo que queremos hacer por quedar bien?, nunca queda uno bien del todo, debería ocuparnos el quedar bien con nosotros mismos y punto. Sí, dar lo mejor siempre, sí, ser responsables, pero jamás poner a nadie ni a nada por encima de uno, eso es lo principal. Saber lo que uno vale sin importar la opinión de los demás, vivimos en una sociedad, es verdad, pero basar nuestra seguridad en opiniones externas nos puede llegar a volver locos, llegamos al mundo solos, nos vamos de este mundo solos, no podemos vivir dependiendo de nada ni de nadie, hay que liberarse de tantas tonterías y volver a la escencia...
Miré por la ventana, dieron el anuncio de subir el respaldo del asiento y el avión comenzó su descenso. Seguí con el diálogo interno, descifrando el porqué de tanto cansancio, tanto silencio, tanta apatía, tantos hubieras y tanto sabotaje, preguntándome qué podría renovar mi capacidad de asombro, darme un poco de luz y romper de una vez por todas con esta pinche monotonía. En el clímax de los porqués sonó nuevamente la voz del piloto "10,000 pies de altura", se hizo un silencio en mi mente y miré por la ventana, debajo del avión todo eran nubes muy blancas, más abajo se lograba percibir un mosaico verde, arena y marrón, cuadros perfectamente delineados que se definían mejor cuanto más descendíamos. Una hermosa ciudad comenzó a aparecer en el paisaje, grandes edificios a la orilla de un enorme lago, el sol lo hacía parecer de un color turquesa increíble. El avión voló por encima de los grandes edificios y giró sobre el agua para regresar hacia el aeropuerto, yo no parpadeaba, no sé si por el exceso de cansancio (había dormido 1 hora y media del Jueves al Viernes) que ya más bien había dejado de importarme o por lo que esta imagen me hizo sentir, tanta belleza, el agua tan en calma, el cielo tan azul... mis miedos e inseguridades tan pequeñas en comparación. Y ahí, de la nada, a miles de pies de altura, descendiendo a la tierra con un poco de turbulencia, mi fé y mi capacidad de emocionarme hasta las lágrimas dieron destellos de vida y me sentí libre.