Tengo el corazón roto,
Nadie me lo rompió, en realidad me di cuenta que llevo muchísimos años
luchando por sobrevivir con el corazón roto, desde niña, recuerdo perfectamente
el sonido y la sensación de cuando explotó por dentro cuando tenía 6 años (creí
que lo había borrado de mi memoria pero no, hoy puedo recordarlo como si
hubiera sido ayer), después de ese momento nunca nada volvió a ser igual. Y a
lo largo de mi vida aprendí tan bien a vivir con los pedazos mal pegados que me
volví una experta en simular que estaba completo, tanto que hasta me lo creí.
Y así transcurrió la vida, y así aprendí a querer, y según yo a
quererme, con un corazón que no funcionaba a toda su capacidad, que dolía
siempre pero era un dolor de esos a los que te acostumbras, el dolor ahí estaba
pero yo ya no le prestaba atención. Y como todo lo que está roto pues
funcionaba mal, y había que compensar con lo que hubiera a la mano, con amor
externo, con personas que cual analgésico anestesiaran un poco el dolor, y se
sentía bien a ratos, pero nunca fue suficiente porque las heridas estaban
abiertas y nunca cerraron, siempre tapé los síntomas pero nunca fui a la raíz
del problema para sanarlo, nunca pude ver que el tema era realmente importante,
que ese corazón además de estar roto estaba lleno de miedo, lo contrario al
amor.
El buscar aceptación y que me quisieran siempre fue básico en mi vida, y
cuando la autoestima no está sana la meta de que te acepten y te quieran
incluye adaptarte y no poner límites, y eso hace que la autoestima cada vez se
dañe más. Buscar “amor” desde el miedo es una trampa y lo más estúpido que
alguien puede hacer, pero claro, no lo hacemos conscientemente, es un mecanismo
de supervivencia, por eso no debemos culparnos y debemos perdonarnos porque
hicimos lo mejor que pudimos con lo que sabíamos o entendíamos en ese momento,
las circunstancias que vivimos tampoco son culpa de los demás, ni de nuestros
padres, ni de nuestras ex parejas, porque también ellos estaban haciendo lo mejor
que podían con lo que sabían o entendían en ese momento, las circunstancias
fueron así y ya, lo importante es qué hacemos hoy con todo eso, y buscar
sanarnos es absolutamente nuestra responsabilidad, de nadie más.
En el viaje de la vida hay almas que vienen a recordarnos algo, o a
despertarnos, o a rompernos la máscara del ego, o a ser nuestros maestros, o a
ser nuestro espejo para ayudarnos a pasar alguna de nuestras pruebas elegidas
en esta vida, me gusta pensar que hay acuerdos entre almas desde antes de venir
y que a veces podemos reconocernos con solo mirarnos a los ojos, aún siendo
perfectos desconocidos. Estoy segura de que eso me pasó hace unos meses con una
persona que de la nada y sin imaginarlo me vino a mover el piso, el corazón y
la vida, no entendía hasta hace unos días para qué nos habíamos topado, pero
estaba segura de que era para algo muy grande, y sin duda alguna así fue. Voy a
estar eternamente agradecida siempre por esa historia de amor que en realidad nunca
sucedió pero que lo cambió todo dentro de mi, ese sentimiento tan profundo, tan
mágico, llegó muy intensamente a mi cuarteado y valiente corazón, porque aún
sabiendo mi mente que no sucedería, mi corazón no se acobardó y sintió amor de
verdad.
Ese amor tan profundo que me hizo sentir su paso por mi vida, que nunca
había sentido, prendió la luz dentro de mi corazón que estaba en ruinas, y
comencé a ver lo que había ahí lleno de telarañas, y a notar las grietas y a
encontrar las zonas donde dolía pero que ya había olvidado, y también comencé a
sentir cosas nuevas, diferentes, más intensas, más bonitas, más emocionantes, fue
como entrar a una cueva abandonada, llena de escombros, que asustaba en
momentos pero donde también había un maravilloso tesoro escondido.
El que no se pudiera dar algo entre nosotros porque esa increíble
persona ya tenía un amor y una vida planeada, y el dolor tan grande y tan
sorpresivo que me provocó enfrentar esa realidad me hizo darme cuenta de que mi
corazón estaba roto y que ya era momento de rendirme y dejarlo derrumbarse
completamente para reconstruirlo desde cero, de una vez por todas, pero ahora
sano, con puro amor, perdón, alegría, compasión, pura cosa bonita, luminosa y
verdadera.
Un amor que no sucedió, lleno de versos que jamás se convirtieron en
besos, pero que lo sentí tan real porque para mi lo fue y lo es, y no, no es la
vida negándome eso que yo tanto quería, amar de verdad y ser correspondida, es
la vida dándome respuestas, diciéndome “ESO es, ESO se siente pero no estás
lista, aún tienes miedo, aún estás rota y necesitas sanar ese corazón para que
cuando sea el momento pueda sentir eso y más”. Y ahora se trata de qué voy a
hacer con esas respuestas, ¿qué elijo vivir?, ¿frustración y sufrimiento?, o una
oportunidad de sanar realmente y transformar el dolor en un impulso que me haga
subir un escalón en mi evolución y pasar ese examen que se me ha repetido y
repetido a lo largo de mi vida y que no he logrado pasar. Sin saberlo me he
estado preparando para este examen los últimos 5 años, el mismo examen pero con
diferente rostro cada vez, y por primera vez sé que tengo las herramientas para
pasarlo, hoy estoy lista.
(GRACIAS alma vieja con mirada de un millón de constelaciones por venir
a cumplir una misión tan importante en mi vida, hay personas que llegan, te
salvan y ni se enteran, ojalá un día me leas y te enteres de lo luminoso y explosivo
que fue tu paso por aquí).
Como hace unos días me recordó mi querida amiga Iliana: “hay varias
opciones cuando te enfrentas con la realidad: rebelarte, rechazarla, aceptarla
pasivamente, o asumirla y transformarla creativamente, estos últimos suman al
desarrollo de la conciencia, los primeros no”, así que elijo asumir y
transformar mi realidad, transformarla en algo que saque lo mejor de mi, que me
permita desarrollar todo ese poder que sé que tengo y que el miedo ha mantenido
en la sombra por tanto tiempo.
El Miércoles entendí en una película que no pensé que me dejara mensajes
tan profundos (la película es Shazam!, si, de un super héroe adolescente, uno
nunca sabe dónde se esconden las epifanías ja!), que es momento de dejar de
buscar eso que no me está buscando a mi, eso que tanto he creído que necesito
lograr es solo una creencia, todo es perfecto y si no está hoy en mi vida es
porque hoy no tiene que estar, no es un fracaso, no depende mi felicidad de
ello, es hora de enfocar mi atención en lo que sí está y en todas las
oportunidades que no estoy viendo por tener el foco en lo que “falta”. También
entendí que si hago las cosas desde el amor y no desde el miedo puedo usar todo
mi poder, el miedo me debilita, el miedo estoy segura que en equipo con la
oportunista bacteria que se metió en mi cuerpo son lo que hoy me tienen
sintiendo tanto dolor físico y tanto cansancio. Claro que este cuerpo está
cansado!, imaginen vivir con miedo 34 años… es hora de exiliar al maldito miedo
de aquí!, y estoy segura que cuando lo logre, esta jodida bacteria se irá con
él, y terminaré agradeciéndole con amor porque llegó para hacer evidente lo que
yo no estaba pudiendo ver.
Estos últimos días he llorado mucho, como si me estuviera limpiando con
cada lágrima que sale de mis ojos, todo me conmueve, una canción, una puesta de
sol, los mensajes de mi familia y amigas queridas que saben que me siento mal y
están al pendiente de mi. Me escapé unos días a la playa, yo sola, a estar
conmigo, a pensar, a dormir, a cantar, a meditar, a escribir, a sanar, ya tenía
planeado este viaje desde hace tiempo por mi cumpleaños pero el timing no pudo
ser más perfecto, aquí en el mar estoy comenzando la reconstrucción de este
corazón y no voy a parar hasta que quede como nuevo, como merece estar, y aún mejor
que cuando tenía 6 años porque hoy soy más fuerte y más sabia.
Mi querida amiga Mariana ayer me recomendó un documental de Netflix de
Brené Brown “Sé valiente” donde habla de la vulnerabilidad, si de algo me puedo
sentir orgullosa es de que a pesar de lo que sea siempre he sido valiente y me
he permitido ser vulnerable, por eso el dolor y yo ya nos conocemos bien,
cuando te atreves a abrirte, a hacer y decir las cosas, a veces te salen bien
pero cuando no es así corres el riesgo de salir raspado/a y que duela, pero es
un riesgo que vale totalmente la pena correr, ¿no crees?.
“La vulnerabilidad es el único camino posible hacia el otro, pero nos da
miedo tomarlo y salir escaldados. Lo deseamos muchísimo y, sin embargo, cada vez
son más los que preferirían no conocer el amor antes que conocer el dolor, lo
cual es un enorme precio a pagar. La vulnerabilidad es dura, da miedo y parece
peligrosa, pero no lo es tanto como para llegar al final de nuestras vidas y
tener que preguntarnos: ‘¿Y si hubiera ido?’, ‘¿Y si hubiera dicho te quiero?’,
‘¿Y si me hubiese tirado a la piscina?'. Mereces la pena como para ser
valiente". Brené Brown